“No hacer” tiene consecuencias en prácticamente todas las actividades de la vida individual y colectiva. Un estudiante que decida no prepararse para un examen, con seguridad saldrá reprobado. Por otra parte, pensar que retardar una decisión imperiosa no tiene consecuencias es una insensatez. Un ejército, que difiera el momento de dar el golpe final al enemigo, puede a la postre ser derrotado, al permitirle al adversario tiempo para su recuperación y rediseño de su ofensiva. Con la pandemia que sufrimos esta situación es más que evidente. No iniciar la vacunación tempranamente significará nuevos contagios, la hospitalización de algunos, el colapso de los centros de salud, la desatención de otras patologías, la aparición de secuelas en una parte de quienes se recuperen y la muerte lamentable de una proporción de los enfermos. Por otra parte, no vacunar en forma rápida a todos los susceptibles ocasiona un perjuicio que, en términos económico-sociales y sanitarios, puede ser mucho má...