Fernando Buen Abad Domínguez /// Las Deudas no se Borran por Decreto
¿Quién le debe a quién?
Todo
lo que el capitalismo nos debe, asciende a cifras estratosféricas que
son insignificantes si se contrastan con las deudas morales, éticas,
emocionales y culturales acumuladas durante la existencia de un sistema
económico depredador y corrupto por definición. El Capital no puede
estar por encima de los seres humanos. En lo que más duele, el
capitalismo comenzó (desde su nacimiento 1760 ) a pagarse con vidas
humanas. Nos ha obligado a pagarle con extensiones incalculables
de tierras, lagos, mares y ríos. Se ha cobrado con minerales, bosques,
flora y fauna. Nos ha cobrado con hambrunas y desnutrición, despojo,
desempleo, insalubridad, intemperie, tristeza y lágrimas. ¿Todavía le
debemos algo?
Ricardo Carpani, La Fundación de Buenos Aires, 1993
Si
el 1% de los ricos del mundo acumula el 82% de la riqueza global (ONU)
¿Quién es el que está en deuda? Hemos tenido centurias de esclavitud y
opresión, sin descanso, que se han refinado con tecnologías y
metodologías para sacarle más rédito al esfuerzo de los trabajadores y
las trabajadores que no sólo no logran lo necesario para mantener a su
prole sino que añaden, a cada pan que comen, intereses usureros por una
deuda adquirida a ciegas y sin consultas. “La pobreza es una violación a los derechos humanos y mata más que miles de guerras” Pierre Sané. (Congreso Internacional de Filosofía, Universidad Nacional de Lanús)
Todas
las camas que faltan para atender a los contagiados por el COVID-19,
nos las debe el capitalismo que no invirtió en salud de acuerdo a las
necesidades de los pueblos; pero también nos debe las camas de quienes
no tienen lugar para dormir; las camas de los niños y las camas de los
ancianos que deambulan por el mundo sin un sitio para el descanso y para
el refugio Nos la deben. Nos deben las escuelas que no se hicieron
mientras se han fugado fortunas ingentes a los bolsillos de los magnates
adictos a los “Panamá-papers”. Nos las deben. También nos deben
las viviendas no construidas, los estómagos vacíos, las lágrimas del
desamparo, del desplazamiento, de la represión contra lo pueblos
originarios y las falacias dichas contra sus líderes, en público y bajo
el cobijo de las mafias mediáticas.
Nos
deben los caminos no asfaltados, las veredas rotas, los barrios sin
agua, sin cloacas, sin hospitales y sin jardines de recreo. Nos deben
los teatros populares, el cine para todos, el deporte que dignifica, las
redes de luz, de gas y de telefonía. Nos deben las carreras
universitarias que dignifican a los trabajadores y a sus hijos, las
bibliotecas barriales, las ludotecas familiares, el derecho a la ropa
limpia, a la belleza y al buen trato entre vecinos. Nos deben el buen
humor de las mañanas, el descanso reparador por las noches, los
noticieros de calidad y verdaderos, la risa franca y el humor de la
alegría. Nos deben el “buen vivir”. ¿Qué pretenden cobrarnos?
Suficientemente
claro: el capitalismo nos ha mantenido siempre en la insuficiencia.
Insuficientes servicios médicos, insuficiente educación, insuficiente
salario, insuficiente vivienda, insuficiente alimentación, insuficiente
felicidad e insuficiente justicia social. ¡Basta! Nuestra capacidad de
análisis puede ser nada si no somos capaces de impulsar una gran
corriente de humanismo nuevo, emancipador y dignificante. El análisis es
una parte fundamental pero insuficiente. La fase creadora exige poner
en juego lo mejor que tenemos. Sin capitalismo.
Nuestra
mayor debilidad, la razón de nuestras derrotas y retrocesos, es la
insuficiente dirección política y la unidad demorada demasiado tiempo.
Mientras no sepamos, queramos y podamos superar tales falencias,
estaremos regalando nuestras vidas y futuro a la oligarquía criminal.
Dejar de pagar deudas falaces es un muy buena iniciativa pero es
insuficiente si no cobramos consciencia del significado político que
implica defenderse de los berrinches imperiales. No sólo hay que anular
el endeudamiento falso... hay que transformar toda la economía y la
ideología. La deuda esta en otra parte. Descolonicemos el diccionario de
las “deudas”.
Es
ilógico pretender que desaparezca la deuda. Nos deben muchísimo.
Algunos hacen cuentas sobre lo que saqueó, a nuestros pueblos, el
imperio español desde l521, con la invasión a la Gran Tenochtitlan,
hasta el presente y, simplemente, no hay cifras para expresar, con
intereses, el adeudo económico, cultural y emocional que sigue en pie
aunque ellos produzcan amnesias de ocasión -con gobiernos serviles- que
se compadecen por la “angustia” que nuestra independencia les ocasionó.
Aunque
ellos se exoneren por decreto, se olviden por conveniencia y se
martiricen por chantaje… la deuda no se borra. Mientras exista un solo
dólar, extraído al pueblo trabajador espuriamente bajo el pretexto de
“crédito” bancario del FMI, del BID o de donde sea… sin haber consultado
al pueblo, sin haber generado un solo beneficio social… no habrá perdón
ni olvido. Tarde o temprano cobraremos lo que nos deben, lo que ya le
deben a nuestros hijos, nietos y bisnietos. De la deuda histórica con
nuestros pueblos nadie puede escaparse. No hay condonación posible. No
hay reconciliaciones con los verdugos. No hay perdón ni hay olvido. Las
deudas se pagan. Incluso no pagando las que ellos nos imponen. Pero eso
no borra la Historia. Nos la deben.
Escrito Por
Licenciado en Ciencias de la Comunicación, Master en Filosofía Política y Doctor en Filosofía.
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