LUIS BRITTO GARCÍA: PARE DE SUFRI /// Venezuela ante un mundo sin petróleo
¿Cuánto durarán las reservas probadas de petróleo en el mundo? Para 2016, se calculaba que restaban 1,65 trillones de barriles, que a la tasa de consumo anual de 35.442.913.090 darían para 47 años, de los cuales han transcurrido ya siete (Statistical Review of World Energy – British Petroleum) (U.S. Energy Information Administration (EIA). Estas cifras tienen precisas consecuencias para el planeta; veamos lo que significan para Venezuela.
RECURSOS
Disponemos de las mayores reservas de hidrocarburos, suficientes para mantener funcionando el mundo durante las duras, problemáticas y conflictivas décadas que tomará una posible transición hacia las energías renovables. Debemos preservar de manera celosa, soberana, inflexible, la propiedad pública sobre ellas y sobre las industrias que las extraen, reelaboran y exportan, siguiendo el modelo de PDVSA, y con mayor rigor en lo que respecta a las subsidiarias. Sería suicida fragmentar el territorio en Zonas ricas en recursos naturales y cederlas gratuitamente a transnacionales exentas de pagar impuestos y de respetar normas laborales, sociales y ecológicas.
SOCIEDAD
Debemos descartar planes de desarrollo fundados en la sobreexplotación de una fuerza laboral mantenida como la más barata del mundo, progresivamente despojada de derechos laborales y gremiales, crecientemente pauperizada por el alza del costo de la vida. El dominio de la energía sin la cual no puede funcionar el mundo hace posible e inevitable restituir a nuestros trabajadores su nivel de vida e incluso incrementarlo en la medida en que nuestros recursos devengan imprescindibles para la economía global.
ECONOMÍA
Son improcedentes planes centrados en atraer mediante privilegios, ventajas y exenciones exorbitantes todo tipo de capitales foráneos, al extremo de proporcionarles fondos para que habiliten sus explotaciones y costearles con el gasto público vías, instalaciones y equipos para las zonas donde se instalen. Las medidas coercitivas de Estados Unidos han puesto fin a los extremos de la globalización. Los países hegemónicos adoptan políticas de autonomía e independencia antes que de dependencia y mundialización. Venezuela debe alcanzar la soberanía en producción de alimentos y de los rubros básicos para la economía nacional. Revisar tratados y políticas sobre Propiedad Intelectual y Normas Industriales, que implantan e incrementan la dependencia tecnológica. Sustituir políticas de privilegio, inmunidad tributaria y otras ventajas hacia la inversión extranjera por otras de protección, estímulo e incremento de la producción nacional pública y privada. Revisar la apertura irrestricta para el lavado de capitales infames, la dolarización y la prosecución de las subastas de divisas que sólo pueden ser adquiridas por los grandes capitales privados, vía Paraísos Fiscales. El dólar ha perdido su condición de divisa de respaldo universal, artificialmente prolongada desde 1971 por el petrodólar. China, Rusia, la India, Arabia Saudita lo desechan. Sería desastroso aceptar o ampliar la dependencia hacia un circulante en declive. Podemos y debemos respaldar nuestro signo monetario en otras divisas, en petróleo o en oro, del cual poseemos la primera o segunda reserva del mundo, y cuyo valor crecerá a medida que otros signos monetarios colapsen.
POLÍTICA
La carga más pesada del criminal bloqueo ha recaido sobre el pueblo trabajador. Políticas de anulación de derechos sociales y laborales y de perpetuación de la insuficiencia salarial en beneficio de capitales extranjeros o nacionales pueden enajenar a los trabajadores. La prolongación de esta injusta división de cargas podría traducirse en descenso de la participación electoral e incremento de la conflictividad social. Restauremos y mejoremos prioritariamente las condiciones de vida del sector laboral y la participación en el Producto Interno Bruto que con su trabajo genera.
DIPLOMACIA
En un mundo multipolar Venezuela no puede ni debe entregarse a uno solo de los bloques en pugna, sino manejar inteligente y equilibradamente sus relaciones apelando a los intereses de todos. Sin desmedro de la propia soberanía, utilizar los acrecentados ingresos futuros para una diplomacia de la solidaridad, fortaleciendo el Alba, la Celac, Unasur, Caricom, Mercosur y otras organizaciones regionales que se crearen; estrechando vínculos con el Movimiento de los No Alineados y con los poderosos grupos asiáticos emergentes.
ESTRATEGIA
Ser dueña de las riquezas decisivas para la civilización impone a Venezuela la decisión y la capacidad para defenderlas. Nos amenazan el South Command y Fuerzas Interamericanas convocadas por el TIAR, un cinturón de bases de Estados Unidos y de la OTAN dispuestas a saquearnos. La desagregación del territorio nacional en zonas ocupadas por corporaciones extranjeras no sometidas a nuestras leyes y tribunales sería la más peligrosa situación imaginable para nuestra soberanía. Para defenderla, fortalecer la aplicación de la doctrina de la guerra popular, incrementar y pertrechar contingentes en disposición de combate y clausurar la ofensiva de la infiltración paramilitar. Requerimos sistemas de vigilancia y defensa como los desarrollados por Rusia y China; entrenamiento para enfrentar las amenazas de la Guerra de Cuarta Generación, el Conflicto de Baja Intensidad, la Guerra Informática, la Guerra Cognitiva; concertar alianzas con organismos de la región y del mundo disuasivas de toda agresión.
CULTURA
Un fuerte sentimiento de identidad nacional es el cimiento de la defensa de la República. Debemos adoptar medidas proteccionistas para la difusión de contenidos de producción autóctona que expresen los valores de la venezolanidad. Multiplicar medios y emisoras de servicio público. Mantener indagación permanente sobre las necesidades, creencias, valores, actitudes, motivaciones, conductas y en general la identidad de los venezolanos. Migrar hacia el software libre y de ser posible, operar con sistemas y redes propias. Actualizarnos de manera constante en las nuevas tecnologías de la información, a fin de defendernos y vencer en la guerra cognitiva que a través de ellas se nos hace.
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